En los últimos tiempos de la Guerra Fría, la Unión Soviética y EE UU abrían un nuevo frente propagandístico al acusarse sin pruebas de haber desarrollado el virus del sida en sus respectivos laboratorios militares. Francis Crick, premio Nobel por sus descubrimientos sobre la estructura del ADN, especulaba con que el virus podía tener un origen extraterrestre. Asimismo, al tiempo que circulaban las más variopintas leyendas urbanas, algunos líderes políticos y religiosos ultraconservadores apelaban al inveterado expediente del castigo divino. ¡Son los años ochenta! Años de ansiedades y miedos, poco proclives a las todavía incipientes explicaciones racionales.
No obstante, ¿es realmente necesario recurrir a tan alambicados orígenes para dar cuenta del VIH? Todo parece indicar que no. Como ocurre con un gran número de enfermedades infecciosas, los datos disponibles apuntan a que el VIH fue el resultado de una mutación de un virus similar que afectaba a otras especies animales. Es decir, al igual que sucedió, por ejemplo, con la gripe, el sida habría sido en sus comienzos una zoonosis (una infección que habría superado la barrera entre especies para saltar al ser humano).
Así, a partir de 1999, con la publicación de las investigaciones de los equipos de Paul Sharp y de Beatrice Hahn, secorroboran las pruebas que desde hacía ya tiempo apuntaban en una misma dirección: el virus de la inmunodeficiencia símica (VIS).
El núcleo duro del misterio parecía resuelto: por medio de análisis filogenéticos que comparan las secuencias virales de los diversos lentivirus, se había descubierto un estrecho parentesco entre los dos tipos de virus de la inmunodeficiencia humana, el VIH tipo 1 (VIH-1) y el VIH tipo 2 (VIH-2), y los que afectan al Pan trogloditas trogloditas (una de las subespecies del chimpancé común) y al Cercocebus atys (el mangabeye fuliginoso), respectivamente, ambas especies de primates propias de la zona central y occidental del África ecuatorial.
Ahora bien, aún quedan importantes flecos por resolver. ¿Qué tipo de contacto sanguíneo facilitó la transmisión de
monos a humanos? ¿Cuándo sucedió? ¿Dónde se produjo? ¿Cuántas veces tuvo lugar? ¿Cuál de ellos dio lugar a la pandemia actual? Aunque a medida que se profundiza en los detalles, más nos adentramos en el terreno de la conjetura, es posible que el contacto con la sangre infectada se produjera durante prácticas relacionadas con la caza y la preparación de la carne de mono para el consumo humano (se han descartado otras hipótesis que apuntaban a una intervención médica, como los preparados con sustancias provenientes de chimpancés para la elaboración de la vacuna de la poliomielitis).
Asimismo, los análisis genéticos y de las colecciones serológicas disponibles han restringido el espacio y el lugar del salto del VIS a a especie humana. El caso documentado más antiguo se remonta a una muestra tomada en 1959 en Leopoldville (actual Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo), si bien se sospecha de otros casos anteriores que habrían tenido lugar en las primeras
décadas del siglo XX. De hecho, las investigaciones más recientes calculan que el VIH-1 dio el salto a la especie humana hace unos cien años, mientras que sitúan el origen del VIH-2 unas décadas más tarde.
Por otra parte, la enorme diversidad genética de las cepas del VIH existentes en ese país centroafricano indica que la zona del actual Congo podría ser el foco originario y principal de la epidemia, aunque también se cree que algunos subtipos minoritarios del VIH-1 habrían tenido su origen en saltos independientes. Así, según Hahn, la zoonosis de los mangabeyes habría pasado al hombre al menos en cuatro ocasiones diferentes.
En cualquier caso, no hay que perder de vista que para que una infección zoonótica adquiera dimensiones epidémicas, como ha sucedido con el VIH/sida, la adaptación del virus a la nueva especie anfitriona es un paso necesario, pero no suficiente. Dicho de otro modo: deben concurrir una serie de factores de carácter cultural, social y material que faciliten la transmisión a gran escala. Así, todo apunta a que el VIH estuvo contenido durante algunas décadas en pequeñas poblaciones hasta que se dieron las circunstancias adecuadas para su rápida propagación, primero por el continente africano y, después, al resto del mundo. Es probable que, en los inicios, estas circunstancias tuvieran que ver con el desarrollo urbano, económico y comercial que experimentó África a partir de la década de 1950.
No obstante, ¿es realmente necesario recurrir a tan alambicados orígenes para dar cuenta del VIH? Todo parece indicar que no. Como ocurre con un gran número de enfermedades infecciosas, los datos disponibles apuntan a que el VIH fue el resultado de una mutación de un virus similar que afectaba a otras especies animales. Es decir, al igual que sucedió, por ejemplo, con la gripe, el sida habría sido en sus comienzos una zoonosis (una infección que habría superado la barrera entre especies para saltar al ser humano).
Así, a partir de 1999, con la publicación de las investigaciones de los equipos de Paul Sharp y de Beatrice Hahn, secorroboran las pruebas que desde hacía ya tiempo apuntaban en una misma dirección: el virus de la inmunodeficiencia símica (VIS).
El núcleo duro del misterio parecía resuelto: por medio de análisis filogenéticos que comparan las secuencias virales de los diversos lentivirus, se había descubierto un estrecho parentesco entre los dos tipos de virus de la inmunodeficiencia humana, el VIH tipo 1 (VIH-1) y el VIH tipo 2 (VIH-2), y los que afectan al Pan trogloditas trogloditas (una de las subespecies del chimpancé común) y al Cercocebus atys (el mangabeye fuliginoso), respectivamente, ambas especies de primates propias de la zona central y occidental del África ecuatorial.
Ahora bien, aún quedan importantes flecos por resolver. ¿Qué tipo de contacto sanguíneo facilitó la transmisión de
monos a humanos? ¿Cuándo sucedió? ¿Dónde se produjo? ¿Cuántas veces tuvo lugar? ¿Cuál de ellos dio lugar a la pandemia actual? Aunque a medida que se profundiza en los detalles, más nos adentramos en el terreno de la conjetura, es posible que el contacto con la sangre infectada se produjera durante prácticas relacionadas con la caza y la preparación de la carne de mono para el consumo humano (se han descartado otras hipótesis que apuntaban a una intervención médica, como los preparados con sustancias provenientes de chimpancés para la elaboración de la vacuna de la poliomielitis).
Asimismo, los análisis genéticos y de las colecciones serológicas disponibles han restringido el espacio y el lugar del salto del VIS a a especie humana. El caso documentado más antiguo se remonta a una muestra tomada en 1959 en Leopoldville (actual Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo), si bien se sospecha de otros casos anteriores que habrían tenido lugar en las primeras
décadas del siglo XX. De hecho, las investigaciones más recientes calculan que el VIH-1 dio el salto a la especie humana hace unos cien años, mientras que sitúan el origen del VIH-2 unas décadas más tarde.
Por otra parte, la enorme diversidad genética de las cepas del VIH existentes en ese país centroafricano indica que la zona del actual Congo podría ser el foco originario y principal de la epidemia, aunque también se cree que algunos subtipos minoritarios del VIH-1 habrían tenido su origen en saltos independientes. Así, según Hahn, la zoonosis de los mangabeyes habría pasado al hombre al menos en cuatro ocasiones diferentes.
En cualquier caso, no hay que perder de vista que para que una infección zoonótica adquiera dimensiones epidémicas, como ha sucedido con el VIH/sida, la adaptación del virus a la nueva especie anfitriona es un paso necesario, pero no suficiente. Dicho de otro modo: deben concurrir una serie de factores de carácter cultural, social y material que faciliten la transmisión a gran escala. Así, todo apunta a que el VIH estuvo contenido durante algunas décadas en pequeñas poblaciones hasta que se dieron las circunstancias adecuadas para su rápida propagación, primero por el continente africano y, después, al resto del mundo. Es probable que, en los inicios, estas circunstancias tuvieran que ver con el desarrollo urbano, económico y comercial que experimentó África a partir de la década de 1950.